Un mail de otro tiempo
Otra vez la misma alerta de mensaje parpadeando en el sector izquierdo de su lente-visor.
La primera vez accedió a desplegarlo por curiosidad y aunque la recomendación era de no abrir correos de remitentes desconocidos, su curiosidad pudo más. Por cierto, no era un virus ni una de esas cadenas arcaicas que amenazan con las penas del infierno si uno no las cumple.
"Hoy ha sido el día mas difícil de mi vida...yo ya me había acostumbrado al sonido del viento entre los árboles del bosque, a mirar los amaneceres una y otra vez y a dormirme bajo las estrellas. Pero aquí estoy nuevamente, abandonando todos estos lugares en los que definitivamente no estás, sentado en un banco de la estación con un boleto en mis manos esperando mi próximo tren..."
No había más detalles y ese primer mensaje acababa ahí...Lo que más le despertó curiosidad era la referencia a trenes y estaciones...y los trenes ya eran cosa del pasado por lo que ya ni siquiera debían existir las estaciones. Guardó la dirección entre sus contactos permitidos y por un tiempo se olvidó. Pero siguieron los mensajes, siempre describiendo lugares extraños y desconocidos para ella.." ...logré llegar a tiempo al puerto y gracias a las gestiones del capitán me permitieron embarcarme en esta nave mercante. Y aquí me encuentro ahora, navegando hacia tu costa. Si el tiempo lo permite, tal vez dentro de 3 o 4 semanas estaré nuevamente contigo...sólo espero tener las fuerzas necesarias para resistir este nuevo viaje por los senderos de tu mundo" ; " no encontré rastros de tu presencia entre la gente que llenaba la plaza del pueblo ese día domingo. Me quedé por largo rato a la salida de la iglesia...pero no estabas ahí..." ; " los niños de la aldea me describieron a una persona que coincidía con los rasgos que presiento en ti así que me adentré en la selva siguiendo las instrucciones que me dieron...pero no te encontré..." ; "es extraño que sigas recibiendo mis mail, es extraño que yo tenga la certeza de que los lees...es extraño que no me respondas y que de cada lugar donde creo que estarás...te vas, como si fueras el viento y yo no pudiera atraparte..."
Como en los otros mensajes, la fecha no coincidía y hacía referencia a tiempos tremendamente lejanos, tiempos en los que todavía existían barcos que surcaban los grandes océanos. No había un nombre real en el remitente, solo una nueva letra del abecedario como firma en cada mensaje...Y un día decidió escribirle...
El sonido monótono de las ruedas metálicas sobre los rieles no lograba distraer sus pensamientos que en esos momentos viajaban hacía lugares con calles de tierra y barro y con humo saliendo de las chimeneas de las casas de maderas. La presencia de ella podía sentirla aún en la distancia, penetrando cada espacio de su ser y cada rincón de su memoria. Pero de pronto una alerta de mensaje pestañeaba en la zona inferior derecha de su portátil. Se encontraba en el vagón-comedor terminando una taza de café y no podía creer que después de tanta espera por fin le llegaba una respuesta...
"...sólo sé de ti a través de tus correos y conozco de trenes, barcos, océanos, árboles y bosques a través de lo que tú me has descrito en tus mensajes...nuestro mundo ha superado la necesidad de transportarse físicamente...por lo tanto, no hemos tenido contacto con nada más que lo que nuestros lentes-visores nos muestran por medio de la red...no entiendo cómo puedes tú hacerlo pero aunque te hayas equivocado al enviarme estos correos te rogaría que no dejaras de hacerlo...sólo te pediría que corrigieras el calendario de tu sistema ya que no coincide con el mío"
Y efectivamente, las fechas nunca coincidirían ya que las de ella hacían referencia a un tiempo infinitamente futuro y las de él, a un tiempo que sólo estaba en los datos que la red guardaba de los eventos de un pasado muerto y distante.
Autor: Juan Cárcamo Romero